sabato 19 novembre 2011

Un articolo sulla conferenza di San Sebastián

Ampliar la humanidad. El filosófo Vattimo y la crisis
Universidad de Deusto, por Andrés Ortiz-Osés - Lunes, 14 de Noviembre de 2011 - Actualizado a las 01:50h 

Gianni Vattimo es el pensador más interesante de la actualidad. Fundador de la posmodernidad filosófica y maestro del "pensamiento débil", es profesor de la Universidad de Turín y parlamentario europeo en Estrasburgo. Heredero de Heidegger y Nietzsche, concibe su "pensamiento débil" como un pensamiento debilitador de todo poder violento. Por lo tanto, el pensamiento débil es el pensamiento de los débiles y en favor de los débiles, los desposeídos y emergentes, así como los "indignados" europeos, árabes o (latino)americanos. En este contexto, caracteriza al famoso filósofo italiano una simpatía humana que sin duda promana de su empatía personal, social y cultural. Se nota que aprecia a la gente, y por eso también es apreciado por la gente.
En su visita a la Universidad de Deusto en San Sebastián, con motivo del 125 aniversario de su fundación, nuestro filósofo impartió una conferencia sobre su filosofía, en la que realizó una crítica de la realidad establecida oficialmente, en nombre de un pensamiento que, con W. Benjamín, se reclama de las víctimas del sistema capitalista y su violentación económico-social. Se trataría de sobrepasar esa violencia instituida aunque sin añadir aún más violencia institucional, buscando lo que podríamos llamar nuevas clases de lucha cultural, política y social. Creo que la revolución aún pendiente sería de signo anarcoidal/anarcordial, aunque no anárquica ni anarquista. Y ello con el obvio fin de desmontar la verdad oficial impuesta de arriba abajo, en nombre de un movimiento de abajo arriba o transversal, basado no ya en la razón pura o puritana, especulativa, sino en la razón humana encarnada o humanada, práctica y ética.
Para G. Vattimo, filósofo de origen católico e inspiración marxiana, la verdad instituida debe deconstruirse por la caridad instituyente, es decir, por el acuerdo y la solidaridad, articulando inmanentemente las diferencias en un acuerdo o acorde siquiera plural, así pues en un interlenguaje presidido por Hermes, el dios hermenéutico de la mediación de los contrarios (diría yo). El caso es que nos rigen leyes económicas trascendentes e impersonales, inhumanas, propias de un capitalismo que hace capital abstracción de nuestra convivencia y coexistencia. De ahí que nuestro filósofo propugne la solución disolutora de un mundo dominado por el mecanismo despiadado del mercado presidido por Mercurio como deidad absoluta. Se trataría de humanizar este mundo dominado por la inhumanidad, así como de ampliar o amplificar lo humano: una lucha por ampliar la humanidad no solo a la mujer y al homosexual, al negro y al inmigrante, al pobre y desposeído, sino también a favor de la dignidad de la vida y de la muerte (con el tema candente y concomitante de una eutanasia socrática e incluso cristiana).
En este contexto, la presencia de G. Vattimo representa una voz que denuncia nuestro atraso mental y nuestra cerrazón cultural, propugnando una apertura radical. A este respecto, no se puede definir al hombre narcisistamente como homo sapiens u hombre sapiente, sino como homo insipiens u hombre insipiente/insapiente. Pues el hombre es un homo incipiens o incipiente, un hombre que apenas sabe de algunas cosas pero que cree saberlo casi todo suprahumanamente, proyectando visiones abstractas o abstraccionistas. Esta revisión autocrítica nos haría más conscientes de la negatividad que nos rodea, tratando de asumirla críticamente, o sea, tratando de remediarla humanamente entre todos. Pues todo hombre está necesitado de todo otro hombre para serlo.
Ya se sabe, hay personas que viven intensamente, y hay personas que viven intensamente. Gianni Vattimo es una persona que ha vivido intensamente en lo personal y social, en lo cultural y político, aunque a veces se hace el intonso o tonto.
A pesar de sus 75 años cumplidos, su agenda internacional sigue en activo. Es un tipo majo, de una elegancia pop o popular, que no rehuye hablar de nada en un tono afectivo e irónico. He verificado que no se interesa mucho por la naturaleza ni por los monumentos, sino por el hombre y su humanidad.
Por eso encontramos finalmente la verdad en Donosti en torno a un vino blanco (francés), una verdad encarnada y no encarnizada, compartida y departida al anochecer. O la caridad como fundamento no fundamentalista de una realidad no impositiva o impuesta.

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