lunedì 8 aprile 2013

Abal Medina presenta al pensador italiano Vattimo

por Gente BA


El jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, presenta el jueves a las 19 en la Casa Nacional del Bicentenario al filósofo italiano Gianni Vattimo, quien brindará una conferencia sobre su libro "Della realtà" (De la realidad) y luego una serie de conferencias y charlas políticas hasta el 12.


Juan Manuel Abal Medina, Jefe de Gabinete de Argentina

El pensador italiano fue invitado por la Asociación de Docentes de la UBA (ADUBA) y la Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN), cuyo  secretario general, Daniel Ricci, participará del evento en Riobamba 985, Ciudad de Buenos Aires.

Con la llegada de este también integrante del Parlamento Europeo se dará inicio a un variado ciclo de actividades: conferencias, mesas redondas, presentaciones y charlas con diversas personalidades del quehacer político, cultural y social de Argentina, que conformarán el "Programa Gianni en Argentina".

Gianni Vattimo
Gianni Vattimo (1936) es un asiduo visitante de la Argentina. Comenzó a frecuentar Buenos Aires veinticinco años atrás, publica Infobae.

Estuvo por primera vez por una invitación para participar de un Congreso de Críticos de Arte, por iniciativa de Jorge Glusberg, el mismo año en que Ronald Reagan ganó las elecciones y Buenos Aires todavía estaba cubierta por una capa de silencio y oscuridad bastante espesa. Luego volvió a visitarnos muchas veces más, por lo que llegó a conocerla muy bien.

Vattimo es un filósofo, pero también es un luchador por los derechos de los homosexuales. Se hicieron famosas sus columnas en el diario turinés La Stampa refiriéndose incansablemente al tema. A esta altura de los hechos considera que hoy una lucha de esa intensidad y de esas dimensiones resultaría un poco anacrónica, pero siempre encuentra la ocasión para volver a la lucha.

Se mueve con aceitada agilidad por el mundo de las preguntas y respuestas, es respetuoso y sobre todo jamás pone al entrevistador en ese brete que consiste en hacerlo sentirlo incómodo —hay mil maneras para eso, cada uno practica la suya. Considera a las entrevistas parte de su trabajo, como dar clase o dictar conferencias. Y hay en su modo de responder a las preguntas no sólo cierto profesionalismo sino también cierta técnica, esto esun modo particular de mostrarse atento y expectante, abierto y solidario, dando lo mejor de sí y esforzándose porque el entrevistador se vaya a casa satisfecho. Le gusta pensar que gracias a él alguien se está ganando el pan.

Fidel Castro
A lo largo de los años ha hecho de su pensamiento una mélange un poco estrambótica: habiendo militado siendo joven en el maoismo terminó siendo un comunista católico, chavista y castrista. Hace poco tuvo la suerte de poder reunirse con Fidel Castro, en La Habana. Le pregunté qué le había dicho a Castro y me respondió: "Absolutamente nada, habló él, sin parar, durante una hora. Fue inolvidable".

Vattimo apareció en la escena filosófica italiana en la época del desplome de la metafísica, la era del horror ante el maquinismo irracional, los campos de concentración, la guerra fría y la bomba atómica. Turín, su ciudad natal, está muy marcada por la influencia de Nietzsche, donde vivió y donde le sobrevino el ataque que lo obligó a abandonar su producción filosófica. Ese contexto fue su hogar para el estudio de la filosofía, cuyos estudios luego completó en Heidelberg, Alemania, donde estudió la filosofía de Hans-Georg Gadamer.

Profesor de Estética en la Universidad de Turín desde muy joven, en 1961 publicó El concepto de producción en Aristóteles. Dos años después publicó Ser, esencia y lenguaje en Heidegger y luego Poesía y Ontología.

Sus últimos textos tratan el tema de la religión: Creer que se cree (1996), Después de la cristiandad (2002) y El futuro de la religión (2005). Es crítico de la Iglesia, pero a su vez es un deudor agradecido de ella.

En esta entrevista toca los cuatro temas del momento: Corea del Norte y la escalada nuclear, Israel (Estado con el que mantiene una posición crítica, que le valieron hacerse de innumerables enemigos), el Papa Francisco (argentino y de ascendencia piemontesa, como las suyas) y Hugo Chávez, de quien hasta el último momento esperaba un milagro.

Revista Veintitrés

La revista Veintitrés entrevistó al filósofo Gianni Vattimo, quien “La democracia occidental se está muriendo” se definió como “chavista” y analizó desde la crisis en el Viejo Continente hasta el rol de los medios de comunicación en la posmodernidad.
"Ay, la fama. Cuando el teléfono no suena, me pregunto qué ha pasado”, bromea el filósofo Gianni Vattimo sobre la demanda mediática que lo persigue en los países que visita.
Escribió obras como El fin de la modernidad (1985) y No ser Dios (2008). Y es el intelectual que definió a la posmodernidad como “el fallecimiento de todas las explicaciones totales”.
Creó la teoría del “pensamiento débil” –nutriéndose de Nietzsche y Heidegger, a quienes tradujo al italiano–.
Provocador por naturaleza, se declara castrista, chavista, cristiano y homosexual. “Mi ideal político sería tener un buen Lenin amigo”, arriesga.

Friedrich Nietzsche
¿La afirmación “Dios ha muerto”, de Friedrich Nietzsche, vislumbró de alguna forma lo que usted define como posmodernismo y pensamiento débil, es decir, el fin de las “grandes verdades”?
Sí, aunque no creo que Nietzsche lo haya entendido con el mismo sentido que yo. Nietzsche no era un posmoderno sino un pre-posmoderno (sonríe). No se puede aislar su frase del momento en el que la dijo, más allá de que para la hermenéutica una frase tiene su sentido primero más todos los sentidos que se le fueron añadiendo con el paso del tiempo. Con esa frase de Nietzsche se pueden resumir muchos fenómenos: la crisis del eurocentrismo, del imperialismo occidental, de la metafísica como idea de una construcción mental global concebida en los grandes sistemas de Hegel. Efectivamente, Nietzsche con su idea del dios que se ha muerto ha resumido todo el discurso de Heidegger sobre el final de la metafísica, es decir que no se cree más que exista un único fundamento del mundo. Hoy tenemos muchísimas religiones, muchas culturas que se enfrentan a causa de las transformaciones globales.

¿Qué motoriza a la posmodernidad?
La mueve la tecnología, que hace imposible que haya un solo Dios, una sola civilización. Yo veo la posmodernidad como el fallecimiento de todas las explicaciones totales.

En este contexto, y afirmados en el siglo XXI, ¿qué rol juegan los medios de comunicación?
Los medios me parecía que ayudaban a reducir la fuerza de lo real. Hoy todos sabemos que cuando algo acontece fuera de nuestra ventana tenemos que ir a la televisión para ver qué ha pasado. Pero el aligeramiento encuentra fuerzas de resistencia. Hay algo que resiste a esta posibilidad tecnológico-técnica. Y la gente que resiste al cambio no son sólo los que tienen el poder. Sino también, por ejemplo, los que piensan que sin un matrimonio monogámico la civilización se muere. Es una resistencia cultural.

¿Observa una influencia mediática en esa concepción cultural?
Los medios trabajan básicamente para los dueños del poder. No trabajan para la emancipación. Se puede imaginar un medio que sobrepasa a los medios tradicionales: las redes sociales. Pero por ahora son una apuesta. Se trataría de una red sin centro aunque surge un problema: cuando envío un mail, pasa por un punto intermedio en Washington o Nueva York donde se administra lo que envié. Yo creo que los nuevos medios electrónicos tienen la posibilidad de liberarnos pero no va a ser así necesariamente.

¿Ante este escenario qué opina de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual?
Leída por un italiano es lo máximo porque en Italia tenemos un monopolio de medios. Si un gobierno no arregla estos territorios… Yo siempre digo que sólo con una revolución comunista se puede realizar una sociedad liberal. Es paradójico pero no tanto. El mismo liberalismo del mercado sólo puede ser garantizado con leyes limitantes. Leí la ley hace años pero no sé qué pasa hoy entre Clarín y el Gobierno.

Se trata de un enfrentamiento entre un poder económico concentrado y el poder del Estado. ¿Quiénes son para usted los que detentan hoy el verdadero poder, los grupos concentrados o el Estado?
Existe un sistema de leyes que defiende el capital, la propiedad, etc. El Estado puede ejercer un poco de control, pero básicamente los grupos económicos son los que votan. Se ve hoy en Europa. La Unión Europea hace leyes que son predictadas por los bancos, no son decididas por el pueblo. No soy economista pero me parece obvio que la austeridad que nos proponen en Europa es suicida porque impide el desarrollo del consumo interno de los Estados. Nos reducen a ser colonias que exportan. Esto nunca ha funcionado. Los Estados Unidos son un ejemplo. Se desarrollaron con la amplificación del mercado interno.

¿Ve una salida a la decadencia europea?
Una Europa socialista.

José Luis Zapatero
José Luis Rodríguez Zapatero se dice socialista y durante su gestión condujo a España al mismo desastre que vive el resto del Viejo Continente…
Zapatero tuvo la posibilidad de mostrarse socialista porque era muy conservador en otros aspectos. En Italia sucedió lo mismo con (Romano) Prodi. Se instituye el matrimonio gay pero se sigue siendo un capitalista. Lo cierto es que yo solamente tengo proyectos de lucha ante esta situación, no de estructura. Pienso que solamente con el hecho de que en Italia y en Europa renazca un gran movimiento de oposición sistémico, alternativo, llámese socialista o comunista, puede pasar algo. Si se cercena el consumo y la felicidad, podemos tener una revuelta, por lo menos en Italia y España. Creo que si seguimos así tendremos años de terrorismo y después de fascismo. Vamos a tener gobiernos de derecha. En esta regresión de la situación social y política quizá pueda renacer una izquierda digna de su nombre. Yo me comprometí a hacer nacer un nuevo partido comunista en Italia pero por ahora sólo somos tres o cuatro.

Usted dijo en una entrevista que brindó el año pasado que “la democracia de Occidente se está muriendo”. ¿Cuáles son las causas de su fallecimiento?
En Italia, ¿tenemos democracia? Tenemos elecciones pero esas elecciones ya no dan lugar a nada. No hay una ley electoral fiable. Lo que vivimos es una suerte de inmovilización con algunos grupos que no se ponen de acuerdo. La democracia formal sigue existiendo pero, por caso, en los Estados Unidos para hacer una campaña electoral se necesitan millones de dólares: es inimaginable que eso sea la democracia, es una manera civil de arreglar la cuestión del poder. La democracia occidental se está muriendo si es que todavía no se murió. Yo no la veo por ninguna parte.

¿Y en Oriente qué proceso advierte?
El Oriente es misterioso para mí. La idea de que la democracia occidental se muera nos autoriza a imaginar sistemas políticos alternativos. Por ejemplo, cuando yo digo que soy castrista o chavista lo digo con esta idea de que la democracia occidental no es el gran modelo absoluto que hemos creído. Todo esto me permite pensar una democracia de tipo cubano. O chavista: Chávez ha ganado muchas elecciones pero la sustancia de su democracia era mucho más que eso, era toda una estructura de participación popular. Mi ideal político sería tener un buen Lenin amigo. Hoy en Occidente se desarrolla bastante el “jefismo”, el “caudillismo”, el hecho de que si no hay una figura carismática el sistema no funciona. Creo que este es un punto que no se debe sobrepasar fácilmente.

Hugo Chávez
¿Cómo lo tomó la muerte de Chávez?
Alguien dijo que lo mataron. No tengo evidencia. Pero usted sabe que los americanos han investigado en sus laboratorios fármacos absolutamente absurdos como una píldora para que todos los soldados del ejército enemigo devengan gays. Inventan cada día cosas absurdas.

¿Europa debiera mirar hacia América latina?
Para el uso de los recursos locales a favor del pueblo es fundamental. El modelo de Chávez es decisivo: la venta de petróleo utilizada para impulsar la medicina social es un gran ejemplo. Aunque no creo que se pueda trasladar el modelo chavista a Italia. El problema de la historia es siempre el mismo: ¿necesitamos siempre de un Napoleón? A mí me gustaba la UE porque me parecía una manera de hacer un sujeto histórico nuevo, fuerte, sin un Napoleón, sin guerra. Pero no funciona.

En este marco, ¿qué opina de la actualidad argentina?
Pienso que hoy Cristina es la mejor gobernante que la Argentina puede tener. Lo digo desde el punto de vista de un europeo que admira el proceso latinoamericano. Lo que veo en los diarios es que ahora la Argentina está mucho mejor que hace diez años. Es verdad que desde mi punto de mirada, espero mucho del proceso latinoamericano.

Usted ha escrito y profundizado sobre la religión y el posmodernismo (Creer que se cree, 1996; Después de la cristiandad, 2002; El futuro de la religión, 2005) y fue crítico de la Iglesia. ¿Cuál es su perspectiva con la asunción del nuevo Papa?
Yo tengo bastante confianza en él. Aunque la religión de la posmodernidad debería tener a una Iglesia que siga un poco el itinerario del pensamiento débil, que se reduce progresivamente. Por ejemplo, una Iglesia Católica respetable, ¿necesita tener un banco? El banco del Vaticano es uno de los más corruptos del mundo. Incluso, ¿tiene que tener una moral sexual? ¿Qué puedo esperar del nuevo Papa? No muchísimo porque es un Papa y no se puede esperar que ingrese al Vaticano con la bandera roja.

¿Usted es creyente?
Papa Francisco
Yo creo en el Evangelio, que me ha sido transmitido por la Iglesia. Por lo que no puedo prescindir de la Iglesia. Yo creo que soy creyente. Efectivamente, si pienso en mi ideal de vida, mi ética, pienso en términos de ética cristiana, en la imitación de Cristo: la caridad, la apertura a los otros. Me esfuerzo por ser lo que el Evangelio me dice. No creo que lo haga siempre. Así es que no puedo hablar de posmodernidad sin cristianismo. La posmodernidad me libera de todos los grandes sistemas y puedo escuchar el Evangelio. Pero sin pensar que es la única revelación posible a la que se tienen que convertir todos. Es algo que a mí me hace sentir bastante en orden conmigo mismo y que intento practicar discutiendo con otros. Si alguien me demuestra que siendo cristiano hago daño a alguien, repensaré mi posición. Por lo pronto, no puedo vivir sin ser cristiano.

¿Y sin el arte?
Tampoco. Pero se trataría de ver de qué arte se trata. No puedo vivir sin el cine pero sin el arte abstracto puedo vivir muy bien. Mi supervivencia está garantizada por un montón de símbolos que me rodean: el Evangelio, los muesos, el arte. Sin esto la vida no merece ser vivida.

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