venerdì 3 maggio 2013

Vattimo y el sexo

Entrevista a Gianni Vattimo por Elber Gutiérrez Roa

El célebre pensador y eurodiputado italiano se salió de la filosofía en abstracto para hablar con El Espectador sobre su propio ser. Diálogo con un confeso católico, comunista y homosexual.

 


Gianni Vattimo no encaja ni poquito en el prototipo del filósofo aburrido, si se quiere huraño, que elucubra sobre conceptos ininteligibles y acude a expresiones grandilocuentes para explicar la realidad. Es dicharachero, alegre y tiene una habilidad para comunicar digna de envidia para cualquier presentador de los medios masivos a los que con tanta frecuencia cuestiona. Y no lo aprendió como diputado de la Unión Europea, cargo al que llegó a defender las ideas de izquierda italianas. Se lo debe a la educación católica que recibió antes de entrar a la filosofía e iniciar correrías internacionales en busca de respuestas sobre el ser y el mundo que lo rodea.

De visita por Colombia, a donde llegó invitado para participar en el encuentro de ciencias sociales que organiza la Universidad Sergio Arboleda y en la cátedra Jorge Eliécer Gaitán, de la Universidad Nacional, Vattimo habló con El Espectador sobre las barreras para que, en pleno siglo XXI, el ser humano sea lo que es. Pero no lo hizo en abstracto, ni acudiendo a ejemplos sobre terceros. Reflexionó sobre su propia naturaleza, la forma como encara su homosexualidad y lo que cree que hace falta para que otros como él la vivan sin restricciones.

¿En qué momento se da la conexión del Vattimo católico con el filósofo?
Busqué el posmoderno (que no se llamaba así) para salir de la modernidad y sus oposiciones básicas: marxismo y liberalismo; tradicionalismo católico y la ilustración. En Italia teníamos la palabra “catocomunista”: Un católico de izquierda. Siempre fui uno. Con diferencias con la Iglesia, pero sin abandonar la idea de que una historia de mi alma no corresponde a lo que pienso. No tengo mucho sentido de pecado. No creí que Dios estuviera interesado en enviarme al infierno.

Parodiando uno de sus libros, usted cree en lo que cree.
Lo que creo no lo sé, no lo puedo demostrar. No soy un cristiano que necesita las pruebas de la existencia de Dios. Me enamora bastante el mensaje de Jesús. Nunca empezó demostrando que Dios existe. Se lo digo, yo fui “catocomunista”. Tal vez más cato, tal vez más comunista.

¿Por qué le gusta más el Dios del Nuevo Testamento que el del Antiguo?
El del antiguo es un Dios guerrero. El mensaje de Jesús lo creí desde el comienzo. Nunca abandoné la idea de que el mandato principal es la caridad. Tal vez me alejé de la Iglesia católica, porque me parecía poco caritativa. Por ejemplo, cuando el papa Juan Pablo II prohibió el uso del profiláctico en tiempos en que el sida mataba a la gente, me parecía que en nombre de la caridad tenía que estar en contra de esa actitud. En cierto punto, en el trabajo filosófico se me reveló, con la idea del posmoderno, una vía para volverme a la religión. No sólo en el sentido de que hay una providencia de la cual dependo y que me perdona y que tengo que intentar respetar.

¿Qué mandatos de la Iglesia católica son los que dice que no le interesan?
Incluso el problema de la homosexualidad. La gente me dice, “usted es gay, comunista y católico. Eso es contradicción”. Pero, si no fuera católico, no sería comunista. La razón para ser comunista de izquierda (no estalinista) es amar al prójimo, tomar en serio el amor de Jesús.

Hay quienes piensan que la sexualidad es únicamente para reproducirse.
¿Dónde está escrito esto? En el antiguo testamento hay una condena de la homosexualidad, una lista de mandatos que incluye el hecho de no comer orbettini (serpientes). Esos mandatos de no acostarte con una persona de tu sexo están en la misma lista de lavarse las manos, no comer orbettini. No parece tan fundamental como ha devenido en la tradición occidental porque hay un viejo tabú en contra de la homosexualidad que no es típicamente cristiano.

Y como filósofo y “catocomunista”, ¿qué opina de que el Congreso colombiano haya hundido el matrimonio igualitario promovido por la comunidad LGBTI?
Aunque sea gay, no me casé y creo que ya estoy demasiado viejo para ello. Por eso no estoy demasiado interesado por la cuestión. Es interesante dar una forma legal a la convivencia de las personas del mismo sexo, porque implica derechos igualitarios para nosotros. Por ejemplo, si vivo con un chico y uno de los dos muere, el otro tendría que heredar, pero llega la familia oficial de la persona, se toma todo y lo deja sin nada.

¿Y en cuanto al tema de la adopción?
Hay un tabú sobre la adopción. Dicen que se necesita una figura paterna y una materna, pero soy hijo de una viuda. Mi papá se murió cuando tenía año y medio. Dirán que por eso soy homosexual, lo que quiero decir es que hay mucha gente que crece de diferentes maneras.

¿Los niños no necesitan padre y madre?
Me parece una tontería seudocientífica la idea de que un niño para crecer bien necesite un padre y una madre. Posiblemente necesita también un padre y una madre ricos. Y me da estupor la actualidad del problema en la política, porque siempre me he considerado parte de una minoría que tenía una vocación específica. No creo que mi homosexualidad sea una enfermedad a la cual tengo que adaptarme. Es una manera de vivir, que puedo considerar una vocación religiosa, una vocación de representar una forma de vida ejemplar para los otros cristianos, por ejemplo.

¿Será más un tema de prejuicios?
Me siento como una minoría, no particularmente enferma, sólo un poco perseguida, como un judío en una sociedad antijudía, por ejemplo. Hay prejuicios antijudíos. Hay un Hitler que los mata. Si hay un prejuicio antihomosexual intento corregirlo presentándome como una persona con la cual se puede hablar, que puede hacer un trabajo, etc. Pero si hay una sociedad persecutoria, como la de Hitler en contra de los judíos, tengo que luchar un poco e intentar modificar las leyes.

Algunos comparan la falta de reconocimiento de derecho a los LGBTI con racismo.
Esta situación de que los homosexuales no tienen los mismos derechos que tienen las demás parejas es un poco de racismo, muy moderado, obviamente, porque no nos exterminan. Pero no se olvide de que en campos de exterminio nazi había también homosexuales, tenían una estrella rosa. En nombre de la igualdad, el derecho de una minoría tiene que ser respetado. Porque hay que reconocer que somos una minoría. No creo que la mayoría de la humanidad haya venido homosexual, aunque me gustaría bastante, pero eso es otra cosa (risas). En últimas, se necesita una legalización de estas convivencias. No sé si la llamaría matrimonio, porque eso es lo que escandaliza muchísimo, creo que se trata de adaptar incluso un poco nuestra terminología e inventar de pronto una solución que viene bien para el papa. No, no lo digo porque piense que el papa tenga que casarse.

¿En qué momento habrá surgido este debate?
El problema es, ¿por qué el matrimonio tiene que ser un sacramento cristiano? Porque las bases evangélicas del sacramento del matrimonio casi no existen. Jesús fue una vez a una fiesta de casamiento en Caná y este es el punto de partida del sacramento del matrimonio. ¡Por favor! Si no ha dicho nada, no ha hecho nada. Ha podido ir a una fiesta de primavera, no sé, cuando la llegada de la primavera y ya sería un sacramento sólo porque Jesús asistió a la fiesta. Se podría insistir un poco sobre el hecho de que los sacramentos de la Iglesia tal vez son sólo una manera para solemnizar y dar contenido religioso a un contrato simplemente temporal, secular. Cuando firmo un contrato para comprar una casa no viene un cura a bendecir el contrato.

¿Le parece semejante?
El contrato de matrimonio es un poco más como esto. Pertenece a una historia de secularización del cristianismo. Incluso la idea de reconocer que uno puede casarse solamente frente al Gobierno y no frente a la Iglesia. Si eres creyente, cristiano, se puede hacer matrimonio cristiano, pero si no crees o no te encuentras obligado en tu conciencia a celebrar un matrimonio religioso, puedes seguir reconociendo las parejas homosexuales como reconocimiento civil. Algo que diga que si hay matrimonio cristiano bajo el mando de la Iglesia no se celebra entre dos hombres o mujeres, simplemente. El papa, así como reconoce una distinción entre el orden civil y el religioso (el Gobierno y la autoridad del obispo), podría reconocer que hay una posibilidad de un contrato civil de este tipo.

¿No se siente un poco como Wittgenstein cuando hace todo este tipo de reflexiones?
(Risas) Un poco, bueno hay muchas diferencias.

Claro, él era rico y judío. Usted católico y pobre.
Pero la historia de Wittgenstein es bien interesante. Fíjese que era rico, pero terminó regalando su fortuna porque se sentía atormentado por su condición homosexual. Al punto que cuando iba a publicar el Tractatus logico-philosophicus no tenía dinero para imprimirlo.

Hay otro hecho curioso de Wittgenstein y es que dicen que parte de su obra está perdida o al parecer fue destruida por él mismo como consecuencia de esas depresiones que sufría.
Bueno, creo que es muy poco lo que no se conoce de sus trabajos. Tal vez falte algo, pero creo que su obra está completa.

¿Y la suya? ¿Está asegurada, no se le quedará por ahí algo por divulgar que esté en riesgo de perderse por culpa de esa especie de censura homofóbica?
(Risas) No, de ninguna manera. Dicto muchas conferencias. A veces hablo más de lo que escribo.

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